Todos los que trabajamos con la naturaleza, nos tenemos que adaptar a los tiempos que ella marque. Pero no por ello tenemos que estar parados. En cada estación tenemos infinidad de cosas que realizar y hoy vamos a hablar de ello. Para un apicultor la abeja en particular y la colmena en su conjunto es sobre la que se centran todos sus esfuerzos y trabajos. El colmenar y por tanto las colmenas deben estar vigilados y en perfecto estado durante todo el año. Obtener una gran producción y de buena calidad es fruto del trabajo continuo de todo el año para que puedas comprar miel online durante todo el año en nuestra tienda online.

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El apicultor debe organizarse los diferentes trabajos a realizar lo largo del año, siguiendo las variaciones de temperaturas y conociendo el terreno sobre el que trabaja. Toda esta observación le permite para conocer como se desarrollan las plantas de las que sus abejas se alimentan. Cerciorarse de que la zona en la que se sitúan los colmenares está libre de químicos que puedan hacer enfermar a las abejas. Todos nuestros productos comercializados son analizados previamente para garantizar la calidad y salubridad de su único componente, miel 100% española como garantía para nuestros clientes que compran miel online de forma reiterada.
El invierno es el mejor momento para comprar miel online
Puede parecer que el invierno es la época con menos trabajo. Nada más lejos de la realidad. En el invierno el apicultor debe planificar los trabajos el resto del año. Preparar todas las herramientas y maquinaria que precise para la próxima recolección de miel. Si una actividad destaca sobre el resto esa es la comercialización de toda la producción que se hace a lo largo del año. Así podemos ofrecer a nuestros clientes una amplia variedad de mieles como la miel de eucalipto, la miel de tomillo o la miel multiflores.
Debe visitar con asiduidad las colmenas, aprovechando los días de sol para ver las abejas que salen de la colmena. Analizar su vuelo y evitar enfermedades o plagas que puedan mermar la colonia. Asegurar que todas las colmenas están en pie, con su tapa y que ningún reductor de piquera haya sido movido por algún animal.
En ocasiones, por las inclemencias o la acción de animales y hombres, las colmenas sufren roturas, es por ello actuar rápidamente en invierno para evitar la perdida de temperatura y la muerte de nuestras pequeñas compañeras.
En invierno, con las bajas temperaturas, el viento, la lluvia y la nieve, la floración se detiene. No así la vida en la colmena. Las abejas sellan la colmena usando propóleo, tapan todas las rendijas manteniendo el calor dentro de su pequeño mundo.

Si fuese preciso, según la dureza que se espere del invierno, alimentamos la colmena con jarabe natural (agua y azúcar) que se complementan con alguna vitamina si fuese el caso de no disponer de polen. Esta alimentación se realiza antes de que las temperaturas caigan por debajo de los 12 grados. Este trabajo se viene realizando desde otoño, si bien hay años en los que el invierno se retrasa permitiendo alimentar más días a la colmena.
La experiencia que atesora a todo buen apicultor, le hace conocer cada colmena como un ecosistema único. Por ello es fundamental mantener el equilibrio entre la cantidad de abejas necesarias para garantizar la supervivencia de la colonia y las reservas alimenticias que ellas mantienen dentro de las celdas del panal.
Sin duda alguna la comercialización de toda la miel recolectada a lo largo del año, ocupa el mayor tiempo del apicultor a lo largo del invierno. Acudir a clientes, ferias o el comercio online, es primordial en esta estación del año.
Llegada la PRIMAVERA la colmena se revoluciona.
Se elevan las temperaturas, surgen las primeras floraciones y el trabajo llega el duro, tanto para el apicultor como para las abejas. En la primera visita a la colmena, lo más importante es observar el estado en que la colonia ha llegado. Cuál es la población de abejas, que reservas tienen antes de que las abejas puedan salir a recolectar néctar, acondicionar la colmena en caso de que sea preciso un período de alimentación y estimulación de la colonia.
Al inicio de la primavera, debemos centrarnos en asistir y controlar la reproducción de las colonias y si fuese preciso proceder a la enjambrazón artificial, con el objetivo de que el número de abejas aumente controladamente y se puedan crear nuevas colmenas, con nuevas reservas de miel, polen y cera.
Al comenzar la primavera, también procedemos a realizar trasvases de colonias, según como se hayan conformado. Buscamos el equilibrio entre reinas, zánganos y obreras, para conseguir una colonia productiva.

Renovamos la cera, procediendo a la limpieza y restructuramos el nido de cría, control sobre los cuadros de reservas de polen y miel. Parte importante es el tratamiento de enfermedades en este período, ya que podrían poner en riesgo la cría y con ello la producción de reinas y jalea real, que desembocarían en la muerte de la colonia.
Avanzada la primavera, recorremos el monte en busca de enjambres naturales para su captura, dotándoles de una colmena propia en la cual realizaremos las mismas fases que en las otras colmenas.
Una vez que se inicie la recolección de miel por parte de las abejas, la colmena irá incrementando su peso, por ello es importante equilibrar los pies de estas para evitar que se vuelquen y cause daños a la colonia.
Este es el momento en que instalamos las alzas y las trampas para polen, que ponemos en la entrada de las colmenas. Cuando las abejas pasan a través de la malla los gránulos que contienen en las cestas de polen de sus piernas traseras caen en un contenedor, del cual se recoge.
A parte de mantener limpias las colmenas, también tenemos que cuidar los alrededores del colmenar, eliminando maleza y manteniendo los muros o cercas de control animal que tengamos instalados.
Al finalizar la primavera realizaremos las catas de la miel recogida en la colmena. De esta forma analizaremos que tipos de miel tenemos, analizaremos su composición y si presenta algún tipo de contaminante que no nos permita su comercialización.
En verano ni las abejas se toman unas vacaciones.
Dependiendo de la zona en la que estemos situados, podemos tener o no floración en verano de determinados tipos de plantas. Para evitar tener que comentar con la alimentación artificial de las colmenas tan pronto, lo mejor es desplazar los colmenares a espacios en los que se produzca la floración de otras especies de plantas. En la alta montaña, es en verano cuando las flores están en todo su esplendor. Por ejemplo, podemos recolectar Girasol, Eucaliptos, Brezos, Zarzas, Castaño, flores de Montaña y encina.
La miel tiene un alto porcentaje de agua y por tanto genera mucha humedad dentro de la colmena. Esto sumado a las altas temperaturas, modifica el hábitat de las abejas llegando a mermar su número al incrementar la temperatura interna de la colmena. Al solidificarse la miel o por infecciones generadas por mohos y bacterias, que con la humedad proliferan, el verano es una etapa a tener muy vigiladas a las abejas. Para evitar estos males a nuestras compañeras, tenemos que vigilar la ventilación e inclinar las colmenas para que la humedad que se genere se escurra hacia afuera.

Otra medida que tomamos es la de proporcionar sombra a las colmenas con el arbolado próximo u otros elementos naturales. Debemos evitar la exposición directa al sol durante muchas horas. Retiramos toda vegetación seca que nos encontremos para evitar la propagación del fuego cerca de nuestro colmenar.
Tan importante como buscarles comida es proporcionarles agua. Lo mejor es localizar abrevaderos cercanos con agua limpia y fresca. Las abejas deben disponer de suministros y evitar en la medida de lo posible que se produzcan encharcamientos, dado que es muy proclive a ser fuente de contagio de enfermedades como la Nosemosis.
Al final de la estación procedemos de nuevo a realizar una cata de la miel recogida, en la que valoraremos la calidad y salubridad de la misma, así como su catalogación para incluirla en nuestra oferta y puedas comprar miel online en nuestra tienda online.
La temporada de un apicultor comienza en el otoño.
Es en esta estación del año y no en la primavera, cuando realmente se inicia la temporada para el apicultor. Esta estación es ideal para estudiar a las reinas de nuestras colmenas. Determinar su estado de salud y por extensión el estado de su colonia. También aprovechamos para saber las reservas de miel que hay en los panales y con ello estimar las necesidades de alimentación que tendremos que aplicar sobre todo en invierno.
En el otoño aún se pueden producir ciertas floraciones como de floraciones de castaño, zarza, brezo o roble. Estas nos proporcionarán algo de polen y néctar, recuperar reservas y evitar en la medida de lo posible la alimentación artificial que, no siendo perjudicial, nunca será tan buena como la alimentación natural de las abejas.
A pesar de todas las actividades que hemos mencionado con anterioridad, los apicultores tenemos un trabajo importantísimo en el otoño que no podemos obviar de ninguna de las maneras. Tratar a nuestras colmenas sin excepción contra la varroa.

¿Qué es la varroa?
La varroa es un ácaro parásito de los cuerpos de las abejas. Su infección causa heridas a las abejas, que las van debilitando poco a poco y las va dejando susceptibles de contraer virus o directamente la muerte.
¿Cómo se contagia la varroa?
A día de hoy podríamos decir que, si no se previene con tratamientos externos, es inevitable su contagio ya que su presencia está garantizada en cualquier colmenar y por tanto las abejas se contagian dentro de la propia colmena por contacto entre ellas. Con que tan solo una abeja esté afectada, puede suponer una merma grande en la colonia. Para combatir la varroa los apicultores necesitamos aplicara tratamientos con ácidos orgánicos. Es común el uso del ácido oxálico, el fórmico y el láctico. También se emplean aceites esenciales, especialmente de tomillo, cuyo principio activo es el timol. Todas las sustancias empleadas para combatir a este ácaro no son nocivas ni para las abejas ni para los productos que elaboran,
Estos meses también son propicios para la recolección del Propóleo. El Propóleo es un material similar a la resina fabricado por las abejas a partir de las yemas de los álamos y los árboles conos secreción orgánica de árboles. Las abejas lo usan para construir colmenas naturales, sellar los huecos de las colmenas artificiales y como barrera antiséptica y antibacteriana.
La recolección de este producto se realiza para su consumo o uso indirecto en otros productos gracias a su poder como antiséptico, antiviral y antiinflamatorio natural. Para su recolección necesitamos raspar con una espátula todas las partes de la colmena donde las abejas han depositado propóleo. También se recolecta de los cuadros, uno por uno, separando con el máximo cuidado la preciada sustancia de la madera. Esta acción debe realizarse con sumo cuidado para evitar que el propóleo se mezcle con resto de otros elementos de la colmena.
Y volvemos a empezar con las actividades del invierno. Como ves el trabajo del apicultor, como el de todos los que trabajamos con la naturaleza, son 365 días al año.
Si quieres conocer más sobre el mundo de la miel, sus productos y la vida de las abejas, puedes leer los artículos anteriores. También puede seguirnos en nuestras redes sociales HISPAMIELBIO, BEEHI y BEEHI LEE COUGAN FACTORY TEAM
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